lunes, 5 de mayo de 2014

Sobre un caso de angustia infantil ligado a fallas de la función materna




Resumen

El presente ensayo busca dar a conocer la experiencia obtenida mediante la realización de un proceso de psicodiagnóstico, ejecutado en sala espejo, con motivo de un curso universitario de formación en Psicología infantil. La paciente es Francisca, una niña de seis años traída a consulta por la madre, producto de cambios bruscos en su personalidad acompañados de trastornos del apetito. Se aborda la comprensión del caso desde la teoría psicoanalítica de Donald Winnicott; estableciendo que la sintomatología de la paciente, poseería estrecha relación con posibles fallas en la técnica de los cuidados infantiles de los padres de la paciente. 

Palabras claves 

Evaluación- psicodiagnóstico – psicoanálisis infantil – función materna.


Antecedentes

La paciente es una niña de 6 años llamada Francisca. Llega a consultar traída por la madre. El motivo de consulta de ésta, refiere que la niña ha estado presentando en el último tiempo, cambios de personalidad, acompañados de una pérdida de apetito y negativas de la niña a querer comer. 
En las sesiones de psicodiagnóstico, la madre comenta que la sintomatología de su hija se habría originado por el nacimiento de su hermana, ya que desde su llegada, Francisca ya no es cariñosa, constantemente está enojada, no duerme y no quiere ir al colegio. A su vez, la progenitora cree que su hija no come por miedo a ser gorda y porque no quiere ser la burla de sus compañeros (siendo que físicamente es una niña delgada y esbelta). Además, comenta que reiteradas veces, la paciente exige comer la misma cantidad que su pequeña hermana.
Al preguntar a la niña el porqué de sus problemas, comienza a llorar. Explica que no come porque no le da hambre, que no quiere ser gorda y que no le gusta que los compañeros la molesten por ser flaca. Declara que su mamá quiere más a su hermana que a ella y que ahora no juegan tanto como antes. A su vez, la niña dice que no quiere ir al colegio porque “teme que algo malo le pueda pasar a la madre en su ausencia”. 
Con sus compañeros(as) la relación no es la mejor; se queja que éstos(as) la excluyen y que no quieren jugar con ella, según Francisca, porque le tienen envidia y porque ella es más chica. En relación a lo último, es interesante saber que la paciente está un año adelantada; cursa segundo básico con seis años; dato para nada menor al conocer que la madre —siendo profesora— no tenía mayor conciencia sobre este problema.
Con respecto a la relación con sus padres, la paciente se queja que éstos no juegan con ella, llegando a decir que ella “no juega nunca”. Le gustaría tener más amigos y que su papá estuviera más con ella.
Con relación a la madre, ésta no ejerce su profesión para cuidar a sus hijas, por lo que desempeña labores hogareñas.
A su vez, da la impresión que la madre conoce los problemas de su hija, pero no hace nada al respecto, por ejemplo: argumenta que su hija no le cuenta lo que siente, que no se puede conversar con ella porque al instante comienza a llorar y hacer pataletas. Cree que Francisca se siente en segundo plano, desplazada por su hermana. Declara que su hija dice que su hermana es su pesadilla; y en general, confiesa estar aburrida de permanecer todo el día en casa y que las constantes peleas de sus hijas, le han hecho perder la paciencia.
Con respecto al padre, la paciente lo describe como un padre simpático, pero al mismo tiempo, temido. Éste se molesta con facilidad, llegando en algunas ocasiones a los golpes. Explica que no hacen nada juntos, que éste no juega con ella, según la niña, porque su papá trabaja todo el día. (Aunque realmente el padre posee el tiempo para poder compartir más con su hija, pero simplemente no lo hace; lo que nos permite pensar en éste como una figura más bien proveedora que cuidadora).
Por otro lado, ambos progenitores poseen antecedentes mórbidos de mucha importancia para el abordaje del caso. Comenzando con la madre, ésta comentó haber sufrido de depresión post-parto en su segundo embarazo (lo cual no descarta que en el embarazo de Francisca ésta también haya estado deprimida). Tuvo problemas para amamantar de forma natural a la paciente y admitió la existencia de un historial de depresión en su familia de origen. Lo mismo ocurrió con el padre, éste último, hijo de un padre alcohólico y depresivo (lo que podría ayudarnos a compreder el origen de la agresividad y la dificultad de este padre para relacionarse con su hija).
Concerniente a los problemas para dormir de la niña, ésta comentó que tenía dificultades para conciliar el sueño porque le da miedo la oscuridad. Por tal motivo, adquirió el hábito de dormir junto a una lámpara encendida, la cual la protege de pesadillas y de la oscuridad. Lamentablemente, este hábito de protección de nuestra paciente, no es permitido por el padre, quien prohíbe que ésta encendiera luces por la noche.
Con relación a los test aplicados, se apreció la reiteración de ciertas temáticas, que en mí opinión, aluden directamente a las principales problemáticas de nuestra paciente. Ansiedad asociada con sentimientos de inseguridad, oralidad concerniente a necesidades primitivas de protección, defensas maníacas como resultado de la dificultad para contactarse con sus angustias. Deseos de regresión en relación a la triada (fantasía de poder pasar más tiempo junto a los padres) y celos fraternos.
Ahora bien, cuando hablo de ansiedad asociada con sentimientos de inseguridad, aludo directamente a algún tipo de fallo ocurrido en la técnica de los cuidados infantiles de los padres de la paciente; con la inseguridad que ésto conlleva. Según Winnicott (1952), es la función materna la que proporciona el sentimientos de seguridad necesario, siendo la más precoz de las angustias para un niño, aquella asociada a sentirse sostenido de un modo inseguro por la madre. Es más, Winnicott (1952) argumenta que es normal que el niño sienta angustia si se produce un fallo en los cuidados infantiles; mientras que una técnica satisfactoria del cuidado infantil, neutraliza las persecuciones externas, impidiendo los sentimientos de desintegración o la pérdida del contacto entre la psique y el soma. Para Winnicott (1952), con anterioridad a las relaciones objetales, el centro de gravedad del ser no empieza en el individuo, más bien, éste se halla en la organización ambiente-individuo.
Por tal motivo, me parece necesario insistir en el análisis del significado particular de la ansiedad de nuestra paciente, como causa de un posible fallo en el ejercicio de la maternidad, por parte de esta madre en particular. 
En lo que respecta al problema alimenticio de la niña, me parece que también éste posee una relación directa con el fallo de los cuidados maternos al cual me acabo de referir. Según Winnicott (1967) la mayoría de las dificultades en la alimentación del niño, tienen que ver con el enorme problema que enfrenta toda madre para adaptarse a las necesidades de su criatura; entendiendo que el hecho de ser madre, o ser maternal (incluyendo al hombre), implica un alto grado de identificación con el bebé. 
En el caso de nuestra paciente, sabemos gracias al relato de la madre que las inhibiciones de la función nutritiva de la niña se gatillan con el nacimiento de su hermana menor. Por ello es conveniente conocer lo que Winnicott (1936) postula al respecto; ya que para él, los trastornos del apetito en la niñez poseen relación directa con ciertos momentos críticos de la vida de un niño, como lo es, el nacimiento de un hermanito o hermanita.
Pero detengámonos un poco más en el acontecimiento del arribo de esta hermanita. Éste posee una importancia central; ya que es el gatillante de la mayoría de la sintomatología de Francisca. En este sentido, da la impresión que esta hermanita vino a remover el piso a nuestra paciente, a cambiar el orden de las cosas ya establecidas; por lo que la sintomatología de Francisca, podría simbolizar su modo particular de responder ante la ruptura que este hecho produjo en su realidad. En otras palabras, Francisca podría estar encontrando la vida más difícil desde la llegada del nuevo bebé; debido a que éste, podría haberla hecho tomar conciencia, precisamente, de esa realidad que le ha estado causando una merma en su dicha, a saber, el sentirse sostenida de un modo inseguro por los padres y todas las ansiedades y sentimientos de inseguridad que ésto acarrea.
Ahora bien, la posible relación entre este “sentirse sostenida de un modo inseguro por la madre”, y los síntomas propios de la paciente, calzan en muchos aspectos. En primer lugar: los problemas para dar lactancia de forma naturual a la paciente, —manifestados por la madre—, podrían tener estrecha relación con el origen de la ansiedad. Según Winnicott (1954), es bastante común que un bebé no pueda mamar a causa de algo que interfiere en la capacidad de la madre para adaptarse a sus necesidades; llegando al punto de experimentar alivio cuando se lo desteta de una madre ansiosa o deprimida. 
En segundo lugar, se constata la marcada necesidad de Francisca de poder relacionarse con otras personas; todo el tiempo demandaba que sus padres jugaran más tiempo con ella y para qué hablar de la importancia de poder llevarse bien con sus compañeras de curso, —que constantemente la excluyen de los juegos—. En este sentido, imagino que para Francisca no debe ser fácil estar a solas y por ende, pasar los recreos sola en el salón de clases, debe ser muy angustiante. Según Winnicott (1958), la capacidad para estar a solas depende de la existencia de un objeto bueno en la realidad psíquica del individuo e implican que éste ha tenido la oportunidad, gracias a una buena maternalización, de formarse poco a poco la creencia de un medio ambiente benigno.
Con respecto a las dificultades de la niña para conciliar el sueño, Winnicott (1968) recalca que la clave de las perturbaciones del dormir, es la angustia. El niño tiene sueños insoportables; o bien teme irse a dormir por la amenaza de esos sueños; o sensaciones físicas muy aterradoras acompañan el estado de somnolencia de la fase crepuscular previa al dormirse, sensaciones que en rigor son recuerdos corporales de experiencias del pasado, las que tal vez se remontan a la infancia o a fallas específicas del sostén propio de una crianza suficientemente buena. Problemas que por lo común se resuelven mediante el uso de un objeto personal que permite al niño sortear este difícil momento. Objeto personal que en el caso de Francisca, es su lámpara encendida, el cual su padre prohíbe usar. En este tipo de perturbaciones, Winnicott (1968) apreciará que muchas veces están involucrados la madre o ambos progenitores y que en tales casos, lo que causa el trastorno suele ser un elemento inconsciente en la actitud parental.
Con relación a los mecanismos de defensa utilizados por la niña, llama la atención el reiterado uso de defensas maníacas, lo que evidencia dificultades de la paciente para conectarse con los elementos que la angustian. Con respecto a este concepto, dirá Winnicott (1935) que a medida que las angustias depresivas se atenúan a consecuencia del análisis o mientras aumente la creencia en objetos interiores “buenos”, la defensa maníaca se hace menos necesaria y por consiguiente, menos evidente. Por el contrario, este no parece ser el caso de nuestra paciente, la cual dio a entender que en ciertas ocasiones,  huía de su realidad interior y de sus sensaciones depresivas, por medio de sensaciones específicamente opuestas (por ejemplo: la fantasía de describir a su familia como un grupo unido y feliz).
Por último, existe en la paciente un tema no menor, el cual también se relaciona con lo anteriormente formulado. Hablo de sus sentimientos de culpa. Da la impresión que nuestra paciente sintiera culpa por estar angustiada; como si estuviera molestando a los padres con su angustia. Para Winnicott (1962), a medida que el bebé empieza a sentir que existe un yo propio e independiente de la madre, los temores por los elementos destructivos de las experiencias instintivas comienzan a dominar la escena; la función protectora de la madre ocultará estos grandes temores, permitiendo al bebé ir reconociendo de forma gradual a la madre como un ser humano; y entonces, en vez de un mundo de represalias mágicas, lo que obtiene es una madre que lo comprende y reacciona ante sus impulsos. Poco a poco el bebé se tornará capaz de tolerar la angustia por los elementos destructivos de las experiencias instintivas; sabiendo que tendrá oportunidad de reparar y reconstruir. A esta tolerancia de la angustia, Winnicott (1962) la  llama el “sentido de culpa”. Por ello, la culpa será el equilibrio entre la angutia por los impulsos destructivos y la capacidad de enmendar y construir. Todo lo que aminore la culpa del bebé es bueno para éste y es malo todo lo que los incremente.

Consideraciones finales

La variada sintomatología de nuestra paciente, ya sean sus cambios de personalidad, inhibición del apetito, celos fraternos, dificultades para conciliar el sueño o negativas a ir al colegio por el temor que algo malo le pase a la madre en su ausencia; simbolizarían la dificultad particular que tuvo nuestra paciente para responder a un momento crítico de su vida; como lo fue el nacimiento de su hermana. Éste acontecimiento estaría provocado en nuestra paciente, experiencias emocionales de ansiedad e inseguridad que ésta no puede procesar; debido a fallas específicas del sostén propio de una crianza suficientemente buena; las cuales habrían perjudicado el desarrollo de un objeto bueno en la realidad psíquica de la paciente; impidiendo la creencia en un medio ambiente benigno.


Referencias bibliográficas


Winnicot, D. (1931) Ejemplo clínico de la sintomatología posterior al nacimiento de un hermano. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Winnicot, D. (1935) La defensa maníaca. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Winnicot, D. (1936) Apetito y trastorno emocional. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Winnicot, D. (1952) La angustia asociada con la inseguridad. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Winnicot, D. (1954) La lactancia natural. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Winnicot, D. (1958) La capacidad para estar a solas. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Winnicot, D. (1962) El desarrollo del sentido de lo correcto y lo incorrecto en el niño. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Winnicot, D. (1967) Influencia del desarrollo emocional en los problemas alimenticios. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Winnicot, D. (1968) La negativa de los niños a dormirse. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.